Seamos sinceros: a nadie le gusta sentirse estúpido. Todos queremos sentirnos l@s más list@s de la clase. Por inercia, tendemos a ser esclavos de nuestro ego, buscadores constantes de muestras de validación externa.
Nos gusta el status quo porqué cambiar implica esfuerzo e incertidumbre. No queremos exponernos a la travesía por el desierto: ese periodo de aprendizaje donde no queda otra que ser humildes y asumir que no tenemos ni idea.
Quizás todo este te suene a chino pero para mi es una realidad muy tangible. Hoy mismo he sufrido en mis propias carnes la respuesta emocional de mi ego. Dado que me mudo a Austria, mi mayor caballo de batalla en la actualidad es el alemán. Antes de apuntarme a una academia, me han obligado a realizar una prueba escrita y otra oral. A pesar de ser capaz de entender y hablar sobre buena parte de las cosas ordinarias, la entrevistadora me ha hecho numerosas correcciones gramaticales durante la entrevista y créeme que cada corrección dolía… ouch
Ver en directo como mi nivel de alemán era inferior al que tenía en mente, duele. Tener la sensación que tienes que volver a pasar por el tubo no es divertido. Asumir que aún queda mucho trabajo por delante para poder expresarse sin errores es una cura de humildad.
Pero…. – y aquí viene el gran qué -: no es posible crecer sin sentirse estúpido.
Sentirse siempre el más listo de la sala es una receta segura para el fracaso a largo plazo. Ser capaces de asumir que no tenemos ni puñetera idea de la gran mayoría de las cosas es el primer paso para crecer como personas. Ser curios@ es necesario pero no suficiente para desarrollarnos. Además de tener curiosidad, necesitamos tener la paciencia, la humildad y el coraje de aceptar nuestra ignorancia y preguntar…e incluso parecer estúpidos muchas veces.
Y tú…¿qué cosas estás evitando aprender por temor a parecer estúpid@?
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